martes, 10 de mayo de 2016
El Romanticismo fue muchas cosas a la vez: un movimiento filosófico (más cercano al romanticismo aleman), un sentimiento popular (similar a los sentimientos desatados durante el romanticismo frances inmediatamente posterior a la revolucion francesa), una tendencia literaria (como se observa en el romanticismo ingles
sin ninguna duda) y un estilo artístico. De país a país varió
enormemente en sus manifestaciones. La aparición del Romanticismo en
España vino condicionada por factores extranjeros y nacionales. Entre
los extranjeros se cuenta el auge de la burguesía, con la valoración que
esta clase social daba al individuo y la subjetividad, puesto que era
una clase que se había hecho a sí misma frente al dominio de la
aristocracia. La burguesía acarreaba una ideología propia, el
liberalismo, así como un sentimiento político muy determinado, el
nacionalismo. El Romanticismo en general se define, pues, como un arte
burgués: dependiente del individuo, subjetivo, orientado a los valores
de la propia nación que se buscan en el pasado. A través de este hilo
pasamos a los factores nacionales que configuraron el Romanticismo
español: existe un romanticismo popular, más como un sentimiento que
como un sistema de pensamiento. Éste vino determinado por la invasión de
España por las tropas napoleónicas. La gerra de la independencia
española fue la primera guerra romántica de la Historia, llevada a cabo
por el pueblo, organizado espontáneamente en guerrillas para combatir
al invasor extranjero. Curiosamente, este deseo de defender la patria
frente al extranjero era una idea inculcada precisamente por el enemigo,
Francia, la ilustracion y el propio napoleon,
que utilizaron este principio para potenciar su propia fuerza, y al
transmitirlo a los territorios conquistados sentaron las bases de la
rebelión. Ese romanticismo popular es de fecha temprana, idealista,
liberal y produjo la primera Constitución española, promulgada en Cádiz
en 1812. El mejor retratista de la época y sus intenciones fue goya,
el primer pintor romántico español. Por contra, existe un romanticismo
histórico como movimiento intelectual definitorio del segundo tercio del
siglo XIX, encaminado a exaltar los valores nacionales, que se buscan
en el pasado español, concretamente en el siglo de oro, el cenit de la cultura y el genio español. A éstos se unieron los valores extraídos del neoclacismo español,
valores implantados directamente desde la Ilustración francesa, como la
educación, la cultura popular, etc. Por último, en el romanticismo
histórico se dejó sentir el eco del liberalismo europeo, que entonces
constituía la vanguardia del progreso frente a las tendencias
restauradoras que pretendían reconstruir el Antiguo Régimen, como de
hecho se hizo al restaurar a FernandoVII
en el trono tras la expulsión de José Bonaparte. Respecto a la pintura,
existieron tres focos importantes de Romanticismo: Andalucía, Madrid y
Cataluña. En Andalucía existía desde antiguo una importante tradición
comercial y cosmopolita, a través de sus puertos atlánticos. En Sevilla y
Cádiz se asentaba una gran colonia extranjera, especialmente de
diplomáticos británicos y sus familias, lo cual determinó la producción
pictórica en gran medida: por un lado, introdujeron el intimismo
característico de su retrato romántico. Cuando las familias extranjeras
deseaban ser retratadas en España, lo hacían vestidas con trajes típicos
españoles o con motivos típicos al fondo, como la Giralda o la
Alhambra... Esto determinó el auge del cuadrito-souvenir, una producción
casi industrial, de baja calidad y dedicada a temas folklóricos de
romerías, bandoleros, gitanos, etc. El estilo terminó por estancarse y
los pintores con alguna inquietud hubieron de emigrar a Madrid, como fue
el caso de los hermanos Bécquer: Gustavo Adolfo, el famoso escritor
romántico, y su hermano valeriano, pintor. En Madrid, segundo foco de pintura romántica, el predominio de la Academia marca el estilo, por ejemplo en gutierrez de la vega o Esquivel,
con el panorama de lo oficial absolutamente dominado por la figura de
Federico de Madrazo. La pintura madrileña estuvo por otro lado muy
relacionada con la literatura y son frecuentes los retratos colectivos
(ver Reunion de poetas)
de pintores y escritores que se reunían en casas de ricos burgueses
para celebrar tertulias artísticas. La única vía de escape a este arte
establecido con rigor lo constituyó el costumbrismo, que se fija en los
usos cotidianos de los ciudadanos madrileños. leonardo
cultivó el costumbrismo a la manera goyesca, imitando deliberadamente
su estilo, aunque con una truculencia y una escasez de medios que le
alejan del maestro aragonés. eugenio lucas,
por contra, practicó un costumbrismo más decorativo y adecuado para
adornar un salón burgués. Respecto a la pintura de paisaje, también
convivieron dos tendencias, la imaginaria, que recreaba fantásticos
paisajes como hiciera perez villaamil, y la documental, con una intención cientifista que lo aproximaba al paisajismo británico neoclasico.
Por último, Cataluña era una región floreciente, plagada de ricos
comerciantes e industriales que desean retratar su vida y sus valores
familiares. Aquí el retrato particular alcanzó un esplendor que no se
igualó en el resto de España. También es de destacar la Escuela de la
Lonja en Cataluña, un experimento comunitario de un grupo de pintores
que pretendían recuperar la pureza del dibujo y el tema, a la manera de
los nazarenos del Romanticismo alemán
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